Gema con grabado de Alejandro Magno, descubierta en Israel

Un equipo de arqueólogos ha descubierto una pequeña gema con un meticuloso grabado de Alejandro Magno en una de sus caras, en excavaciones realizadas en la antigua ciudad de Dor, en la costa del actual Israel.

"A pesar de su tamaño diminuto -la piedra es de menos de un centímetro de alto y la mitad de ancho- el tallador fue capaz de imprimir el rostro de Alejandro sin omitir casi ningún rasgo", explicó la arqueóloga Ayelet Gilboa, de la Universidad de Haifa.

"El emperador -agregó la experta en un comunicado- aparece con un talante joven y fuerte, con una marcada barbilla, una nariz recta y un largo y rizado pelo sujetado por una diadema".

El hallazgo, obra de un equipo conjunto de arqueólogos israelíes y estadounidenses, ha sorprendido a los especialistas, que se preguntan si la presencia cultural griega en la Judea de la época, en principio considerada una zona periférica de la civilización helenista, era más extensa y culta de lo que se creía hasta ahora.

"Los artistas eran generalmente empleados por conocidas familias griegas en capitales como Alejandría en Egipto y Seleucia en Siria", explica Gilboa, para quien "este descubrimiento prueba que la elite local en centros de segunda importancia también apreciaba objetos de arte y podía incluso pagarlos".

El yacimiento, unos 50 kilómetros al norte de Tel Aviv, se halla en la antigua ciudad portuaria de Dor y es excavado desde hace treinta años.

Fundada alrededor del año 2000 a.C. y sometida a lo largo de su historia al control de cananeos, pueblos del mar, israelitas, fenicios, persas, asirios, griegos y romanos, Dor existió hasta casi las cruzadas, tres mil años después de su creación.

Fue el epicentro de las actividades portuarias en la región hasta la fundación de la vecina Cesarea por Herodes en el siglo I, y se convirtió en corazón de la dominación helenística desde que Alejandro Magno pasó por ella en el 332 a.C. cuando tras haber ocupado Tiro se encaminaba con sus tropas a Egipto.

La ciudad, conocida por griegos y romanos como Dora, volvería al control de los israelitas en la época del monarca asmoneo Alejandro Janeo, alrededor del 100 a.C.

Un factor importante es que la gema ha sido extraída en excavaciones científicas que ayudan a determinar su origen y antigüedad, porque la mayoría de los retratos de Alejandro Magno descubiertos hasta ahora tienen un origen desconocido.

Algunos de los retratos y bustos del considerado como el mejor estratega de todos los tiempos fueron desenterrados antes de que la arqueología existiera como ciencia, algunos fueron adquiridos en el mercado negro y es probable que otros sean falsos.

Alejandro Magno fue probablemente el primer griego que ordenó representar su imagen en obras de arte, como parte de un culto a la persona que más adelante se transformaría en un eficaz instrumento de propaganda política.

Desde entonces, casi todos los gobernantes y dictadores de la historia han seguido sus pasos, pero el del joven Alejandro pasó a simbolizar elementos de masculinidad, heroísmo y divinidad.

Por tanto, supuso un ejemplo a emular.

Los artistas solían combinar elementos realistas de la imagen del gobernante con las concepciones clásicas de lo que era la belleza en el período helenista, así como atributos divinos y reales, en el caso de Dora representados por la diadema que rodea la cabeza del soberano macedonio.

 

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