El Profeta Elias

Elías אֵלִיָּהו ēliyahū "Dios es el señor" o "Mi Dios es Yahveh", uno de los tantos nombres compuestos que contienen el Tetragramaton que representa el nombre divino.

Elías fué un profeta que vivió en el siglo IX a. C. De él hablan los capítulos 17 a 21 de 1 Reyes y los capítulos 1 y 2 de 2 Reyes. En 1Reyes 17:1 y 2Reyes 1:8 se nos dice que Elías era oriundo de Tishbé en la región de Galaad, al oriente del río Jordán.

El ministerio profético de Elías comienza en la época del reinado Ajab, hijo de Omri, quien gobernó en Israel entre el 874 a. C. y el 853 a. C. Los autores de los Libros de Reyes, citan como fuente de sus relatos otro libro ahora desconocido, los Anales de los Reyes de Israel (1Reyes 22:39). Posiblemente de tal fuente o de otra directamente referida al profeta, se extrae la narración sobre el enfrentamiento entre Elías y el rey Ajab, quien hizo el mal a los ojos de Yahveh, más que todos los que le habían precedido y tomó por mujer a la malvada Jezabel (ver en este mismo sitio el hallazgo arqueológico del anillo de Jezabel) hija de Itobaal, rey de Sidón y se fue tras Baal, le sirvió y se prosternó ante él.

Elías aparece sorpresivamente en el relato anunciando a Acab la sequía, en medio de la cual el profeta multiplica el alimento para una viuda y su hijo y luego resucita al niño cuando fallece por una enfermedad. Elías se enfrenta a Jezabel que había mandado matar a los profetas de Yahveh y en el monte Carmelo derrota a los profetas de Baal, luego de lo cual termina la sequía.

Elías era humano sujeto a pasiones similares a las nuestras (Santiago 5:17): tras su victoria, huye por temor a la venganza de Jezabel y se adentra en el desierto, deseándose la muerte. Sin embargo, tras encontrar comida y bebida se sintió reconfortado y anduvo hasta el monte Horeb, donde se esconde en una cueva. En medio de la depresión del profeta, Dios se le manifiesta como el susurro de una brisa suave y le da nuevas misiones, señalando a Eliseo como su sucesor.

La maldad de Ajab y Jezabel enfrentada por Elías no se limitaba al culto de Baal, sino que se proyectaba en el despojo de sus súbditos. El episodio de la viña de Nabot (1Reyes 21) es representativo de la repetida historia del despojo de las tierras de los campesinos por los gobernantes y grandes propietarios. Otros profetas se referirían a estas situaciones: Isaías 5:8; Miqueas 2:2. Elías expresa la sentencia divina contra Jezabel y contra la descendencia de Ajab. Derrotado y muerto éste en combate con las tropas del rey de Aram, a pesar de los buenos augurios de los falsos profetas, le sucedió su hijo Ocozías, que anduvo por el camino de su padre y de su madre e hizo pecar a Israel y murió pronto.

Según 2Reyes 2:1-13 tras la muerte de Ocozías, (852 a. C.) Dios arrebató a Elías vivo en un carro de fuego con caballos de fuego a la vista de Eliseo.

Muchos creyeron que Juan el Bautista fue el Elías que vino a preparar su camino (Mateo 11:7-15 Malaquias 3:23). De hecho para reforzar esta misión, el propio Juan vestía como Elías: 2Reyes 1:8, 2Reyes 2:1-13. Los Evangelios sinópticos, en un pasaje que se conoce como la Transfiguración, muestran a Elías y Moisés hablando con Jesús (Marcos 9:4). El apócrifo Apocalipsis de Elías lo muestra al lado de Henoc combatiendo contra el hijo de la iniquidad que los mata, luego de lo cual ellos resucitan, en forma similar a como ocurre con los dos testigos de Apocalipsis 11 en su enfrentamiento con la bestia.

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